Tantos minutos frente al teléfono esperando, sólo esperando y nada. Quizás siempre surja algo más importante. Las horas pasan y los días también sin novedades de su existencia.
Hasta que el momento anhelado llega y otra vez corriendo a sus brazos, como si su indiferencia se esfumara al instante mismo de contactarse. Ahora volverán a pasar días sin saber más.
Tal vez sea demasiado y tiempo de bajar la persiana. Quizás sea el momento de decir basta, juntar amor propio y cruzar la puerta para no volver a pasar por ese umbral, que apenas nos reconoce entre las sombras de su egoísmo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario