
Según Haddad, la revista tiene la idea de "restituir a la lengua árabe una parte muy importante de su patrimonio, de su vocabulario: la parte ligada al cuerpo y a la sexualidad".
Los colaboradores vienen de distintas disciplinas y escriben con sus propios nombres. Los seudónimos están prohibidos. Todo sirve al fin de contribuir "a un verdadero cambio de las mentalidades radicales y oscurantistas. Vivimos en un mundo de hipocresía y de esquizofrenia, tenemos que empezar a decir lo que pensamos", confiesa la editora.
No todo han sido, como es de imaginar, buenas noticias. La revista se ha condenado como una incitación a la pornografía. En un mundo donde la homosexualidad, por ejemplo, es todavía considerada un delito, hablar de masturbación o incesto resulta escandaloso. Eso ha llevado algunas voces a proferir indignadas quejas en un intento de prohibir su venta.
Para Joumana Haddad, es una reacción normal: "Jasad tiene adversarios, pero también muchos defensores, lo que genera un diálogo permanente sobre lo que representa e inspira... La unanimidad es algo peligroso". De momento, lo que la publicación ha demostrado es que si Líbano es el país árabe con más libertad, también es un hervidero de contradicciones.
Fuente: El País
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